Hacía tiempo que no paseaba por los espigones de la Punta de San Felipe: Aproveché que el cielo estaba azul y el viento de Levante soplaba cálido y suave, para disfrutar del lugar. Bajé a los bloques y me entretuve un buen rato observando a quienes pescaban pacientemente, con la imagen del Cádiz antiguo al fondo. El mar, muy tranquilo.
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