Hoy he buscado en el ordenador fotos del
viaje a Siria. Al verlas me embargó una amarga sensación de tristeza que no
paliaba el recuerdo de quienes fuimos a ese viaje, ni los maravillosos paisajes
de Palmira, ni las hermosas mezquitas y monumentos de las ciudades que
visitamos.
Me preguntaba que habría sido de la gente
que conocimos, de nuestro guía, de un amigo que se fue a vivir a Damasco...
Sólo hay incertidumbre.
Me detuve en las fotos de Alepo, una
hermosa ciudad presidida por una imponente y extraordinaria fortaleza del
tiempo de los Templarios.
He seguido las noticias desde que empezó
la guerra en Siria, y he visto imágenes de esta ciudad, ahora destruida. Un
montón de piedras, ruina por todas partes, gente vagando entre escombros. Por
más que intento compenderlo no me entra en la cabeza que aquellos lugares por
los que paseé, disfruté y me llenaron de asombro hayan sido pasto de la
brutalidad de una guerra sin cuartel.
El régimen dictatorial que gobierna Siria no está dispuesto a ceder aunque acabe con las gentes y los vestigios de una sociedad milenaria.
Quedamos en volver... pero, hoy por hoy,
no nos queda ni la ilusión... El régimen dictatorial que gobierna Siria no está dispuesto a ceder aunque acabe con las gentes y los vestigios de una sociedad milenaria.
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