Hace unos días
falleció mi vecina María Jesús, con 85 años. La visitaba con frecuencia.
Siempre me recibía con muestras de alegría. Le gustaba contarme retazos de su
vida. Sobre todo me hablaba del amor que desde los 15 años había sentido por su
marido, al que tanto echaba de menos desde su fallecimiento hace tres años.
"He sido una mujer amada" me decía con lágrinmas en los ojos.
Se interesaba por cómo me sentía, si me encontraba bien, si estaba contento, me preguntaba por mis hermanos, por mi pareja: "Dale mucho cariño, cuídala". Y me repetía constantemente: "Disfruta la Vida. Disfruta la vida"
Sus palabras y su recuerdo están en mi corazón.
Brindo por tí, María Jesús.
Se interesaba por cómo me sentía, si me encontraba bien, si estaba contento, me preguntaba por mis hermanos, por mi pareja: "Dale mucho cariño, cuídala". Y me repetía constantemente: "Disfruta la Vida. Disfruta la vida"
Sus palabras y su recuerdo están en mi corazón.
Brindo por tí, María Jesús.
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